La actualidad internacional parece haber superado la exuberancia irracional. Entre la crisis de 1837 y la primera Gran Recesión de 1873 el mundo vivió el Pánico de 1857, que guarda muchas similitudes con el momento actual.
Los historiadores hacen hincapié en que hay varios paralelismos con el Pánico de 1857, entre los que se destacan el miedo del mercado al coronavirus en marzo y los problemas políticos en EE.UU. Además, en la década de 1850 también las nuevas tecnologías estaban en aumento (por ejemplo, el telégrafo), había tensiones geopolíticas en marcha (la Guerra de Crimea acababa de terminar) y la abundante oferta monetaria junto con exuberantes acuerdos de inversión son también señales de estos tiempos. Hoy ninguna euforia ni récord bursátil encuentra sustento en los crecientes niveles de desempleo, el aumento del estrés crediticio, en medio de una emergencia sanitaria mundial y un caos político generalizado. Claro que en aquellos tiempos lejanos, las crisis y los pánicos se autorresolvían de manera malthusiana, ante la ausencia de lo que hoy se conoce como un banco central. Hoy la Fed, que explícitamente en Jackson Hole parece también “ir por todo” prometiendo más inflación, lo que dividirá más aun a la sociedad estadounidense entre aquellos que tienen acceso al capital y se benefician de la inflación de los precios de los activos (especuladores) y aquellos que tienen que vivir en condiciones de pánico con estrés crediticio, desempleo y aumento del costo de vida. También habrá un impacto intergeneracional ya que será más costoso, ante el deterioro del salario real, comprar una casa, pagar una universidad, financiar una jubilación y los gastos de salud. En este sentido, algunos ponen como ejemplo tanto el Split de Apple como el de Tesla, que vieron subir sus acciones un 30% cuando normalmente esto no impactaría mucho en los precios. Otros, en cambio, mirando la economía real, señalan que, por ejemplo, desde marzo los precios de la madera subieron un 250%. No hay ni boom inmobiliario ni caos en las cadenas de bricolaje o construcción doméstica, sino mera especulación. Muchos expertos han vaticinado colapsos, pero el mercado, por ahora, parece sordo. Más allá de 1857, está claro que los programas de estímulo se agotan, las quiebras y las reestructuraciones emergerán y las crecientes tensiones geopolíticas (Rusia-EE.UU. en el noreste de Siria, China-EE.UU. en el Mar de China Meridional, Turquía contra el resto en el Mediterráneo, junto con tensos juegos de guerra en el Báltico) están a la orden del día, mientras EE.UU. en medio de una elección presidencial muestra una sociedad agitada con reminiscencias de épocas convulsionadas.