Según el Presupuesto elaborado por Economía, el alza está proyectado en un 29%. Está en juego una variable clave: el déficit fiscal.
Como contrapartida, la misión que está circulando por Buenos Aires (y que probablemente hoy retome sus actividades luego del no positivo de covid-19 de Cubeddu), dio el visto bueno al impuesto a las grandes fortunas. No porque ideológicamente estén de acuerdo, ya que, en realidad, el FMI no da opiniones sobre medidas concretas sino que negocia metas generales. Pero en este último sentido, le expresaron a funcionarios que todo lo que sea mejorar los ingresos en 2021 está bien visto. Y que, en todo caso, será una cuestión del Gobierno nacional que esas medidas que operan a favor de la mejora de la recaudación, luego no afecte a otra de las promesas oficiales del Presupuesto 2021: el compromiso de un crecimiento del 5,5% para el próximo año.
Para el FMI se trata de un debate fundamental. Puede aceptar distorsiones generales y metas que no se cumplan pero no un desequilibrio que implique alterar el resto de las variables fundamentales de las que depende la firma final. Especialmente el déficit fiscal del 4,5% para todo el ejercicio, condición innegociable para el tándem Cubeddu/Kozac. Sin este nivel de desequilibrio entre ingresos y gastos (o menos), simplemente no habría acuerdo.
Luego del traspié por el malentendido por el fallido contagio de covid por parte de Cubeddu, la misión continúa hoy en sus días finales de verificaciones y debates técnicos. Lo que queda es definir los rubros donde hay acuerdos y dejarlos cerrados. Y terminar de debatir aquellos donde las distancias son aún espesas. Y cuando ya no haya posibilidades de ponerse de acuerdo en esos capítulos, directamente el tema pasará a resolución política. Será ahí el turno de la diplomacia cruzada, tal como adelantó este diario, entre Alberto Fernández y el director gerente para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner.