Sobre la cantidad de dinero que el país podría pedir, hay dos opciones. La fuente más fácil son los fondos que el FMI tiene disponibles para la emergencia generada por el covid-19, y que sólo por ser socio activo y tener las cuotas con el organismo al día (milagrosamente Argentina las tiene) cualquier país podría acceder. La ventaja de este fondo es que no requieren metas fiscales o monetarias para su otorgamiento, y el destino para el que el país los usaría (disminuir los desequilibrios fiscales generados por las ayudas sociales para enfrentar la pandemia) sería fácilmente aprobado por el Fondo. Le corresponderían al país unos u$s3.500 millones, los que, para reducir aquel 60% de emisión monetaria, son maná del cielo. Argentina entraría perfectamente en esta última definición, y su repago sería en condiciones aún más cómodas que la negociación con el stand by. Se cruzarían además con los otros fondos que, tal como adelantó este diario, el país negocia con el Banco Mundial y el BID y que podrían sumar más dólares para reducir la emisión.
La otra fuente de fondos que podría tener disponible Argentina con el FMI es más compleja de aceptar. Tanto para el país como para el organismo. Son los aproximadamente u$s13.000 millones que aún restan liquidar del stand by firmado por Mauricio Macri en septiembre de 2018.