Después del acto en el Museo del Bicentenario, hubo un café donde estuvo el Presidente, CFK y el ministro. Lo que viene, coincidieron, es el anuncio de las «sesenta medidas» que buscarán la reactivación económica.

Condición necesaria pero no suficiente para impulsar la economía, el Gobierno avanzó ayer en la restructuración de la deuda. Dejó atrás el default con los bonistas privados que mantenían títulos bajo legislación extranjera. Ese default virtual tuvo como autor al ex presidente Macri. La adhesión al canje fue del 93,5% y la activación de las cláusulas de acción colectiva llevó el porcentaje reestructurado de esta deuda al 99%. Además del presidente Fernández, que anticipó la ronda de conversaciones que inició el sábado con Kristalina Georgieva la titular del FMI, la clave del anuncio la tuvo el ministro Guzmán. Aprovechó esa circunstancia para enviar mensajes a todos los actores económicos. A ellos pareció decirles que en quince días habrá un detalle del camino a seguir. Estará todo en el proyecto de ley de Presupuesto, del cual dejó, al pasar, un anticipo. Por ejemplo, que el déficit fiscal primario para el año que viene apuntará al 4,5% del PBI. De todas formas, si lo que se hizo con la reestructuración fue despejar el horizonte financiero, esto no inhibe la complicación de que no alcanzan los ingresos para financiar los gastos.

Después de la deuda, el segundo de los objetivos es lograr mantener el dólar bajo control. Esto también estará en el presupuesto. De ahí en más, si cabe, dicen quienes trabajan en la letra chica, lo que sigue es calibrar bien la devaluación, hacer una evaluación del éxito (o fracaso) de los controles cambiarios vigentes y, si se puede, enhebrar algún mecanismo que permita una inflación en virtual descenso. En el mientras tanto, se buscará algo parecido a un acuerdo social y productivo, mientras se trabaja en la reforma tributaria que salde impuestos “simples y progresivos”.

Habrá control de daños en el sector del empleo. También se pondrá en marcha un plan de obra pública, mientras se gestiona una aceleración del financiamiento con organismos multilaterales de crédito. Keynesianismo uno: rol del Estado activo y contra-cíclico en un año difícil. Todo esto que parece parte de un rosario de buenas intenciones es mucho más que eso. En rigor, ya figura en el proyecto de presupuesto que el Gobierno presentará en quince días. Parece ambicioso, pero habrá de decir que resulta reconocible. Mucho de estos puntos ya tienen su germen por estos días. Otros, deberán esperar un poco.

La idea es reestablecer los equilibrios económicos fundamentales, y saldar estabilidad de precios y reactivación productiva. El plan debe resistir la mirada de Kristalina. Para eso, sabe Guzmán que deberá sortear las presiones en el mercado de cambios, así que necesitará de la colaboración de Miguel Pesce al frente del BCRA, sobre todo, porque deberán definir de aquí en más qué pasa con las tasas de interés, la regulación del mercado de cambios y la trayectoria del dólar. También lo que suceda con el dólar blue, como anticipó Cecilia Todesca. En el Gobierno conciben como un desafío el régimen de flotación administrada del tipo de cambio. Adhieren a la escuela del FMI en la recomendación de evitar “atrasos recurrentes” en la cotización del dólar, a pesar de que existe fuego amigo con este tema. El mantra dice que se prestará atención al manejo de los excedentes monetarios generados durante la situación extraordinaria de la crisis, que se buscará canalizarlos a la reinversión productiva y al ahorro en moneda nacional. Créase o no.

El punto a trabajar será la política tributaria. Habrá reconfiguración del impuesto a las Ganancias, la restitución de las alícuotas en el impuesto sobre los bienes personales, el impuesto a los créditos y débitos bancarios, las retenciones a las exportaciones y los impuestos internos. El Impuesto PAIS seguirá su curso. Al FMI habrá que prometerle “sostenibilidad fiscal” porque allí radicará la posibilidad de que le crean a Guzmán cuando les diga que ahora no puede pagar nada. Que toda la billetera estará puesta a la producción y los incentivos a la generación y formalización de empleo y el aumento de las exportaciones. Los esfuerzos se pondrán en el desarrollo local de la industria del petróleo y el gas a través de la formulación e implementación de nuevos marcos regulatorios. Autoabastecimiento energético apalancado en la generación de divisas y un sector del agro con mayor producción y productividad.

Para el final, se piensa apelar a los dólares que llegarán seguros. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Banco Africano de Desarrollo (BAD), el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA), el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) y el Grupo de los 24 (G24).