Los bonistas saben que el Gobierno argentino aceptará negociar, y que se acercan las horas finales de una larga discusión que se inició formalmente en abril. Y están dispuestos a defender hasta el final varias de las nuevas cláusulas presentadas en sociedad el lunes pasado, y que forman parte de la nueva oferta.

Los bonistas saben que el Gobierno argentino aceptará negociar, y que se acercan las horas finales de una larga discusión que se inició formalmente en abril. Y están dispuestos a defender hasta el final varias de las nuevas cláusulas presentadas en sociedad el lunes pasado, y que forman parte de la nueva oferta. En este marco, los acreedores con deuda externa emitida bajo legislación extranjera defienden su reclamo de una tasa de interés de 4,9% para el cupón 2030 con un curioso argumento. Este capítulo, considerado por los bonistas como central en el diseño de la contraoferta presentada el lunes pasado en sociedad, implica para el país el encarecimiento en esa emisión, algo que para el Ministerio de Economía es, directamente, inaceptable. Al menos en ese nivel. Sin embargo, la defensa de los bonistas a ese 4,9% tiene argumentos: es la tasa que el Fondo Monetario Internacional (FMI) le aplicó a la Argentina en su último stand by, hoy vigente, y el interés que el organismo que maneja Kristalina Georgieva volvería a cobrarle al país si renueva el acuerdo con otro stand by. Además, afirman, que el dinero extra implicaría un encarecimiento de menos de u$s800 millones, dependiendo del momento en que el Gobierno haga el corte del reconocimiento de los intereses no devengados hasta septiembre de 2020.