En Osaka, Japón, el ex BRICS se estrenò como RIC, ya sin Brasil (al menos mientras Jair Bolsonaro sea su jefe de Estado) y sin Sudáfrica (tan inestable como el país sudamericano). Más homogénea la alianza estratégica entre Rusia, India y China. En la ocasión Vladímir Putin pidió reformar el Fondo Monetario Internacional y preservar la Organización Mundial de Comercio. Donald Trump impuso, hasta ahora -gracias a la pasividad extrema de la Unión Europea- caprichos personales en el FMI (el caso de la asistencia extraordinaria al argentino Mauricio Macri) y desarreglos injustificables en la OMC. Hernando Kleimans aconsejó la lectura y tradujo, de paso, este comentario titulado en ruso «Cómo debemos reorganizar el FMI».
Tal como afirmó el Presidente ruso en el encuentro trilateral de los líderes de la Federación Rusa, India y China en “los márgenes” de la cumbre del G-20 en Osaka, Japón, el mundo necesita preservar el papel universal de la OMC (Organización Mundial de Comercio) en su estructura fundacional. Pero también es imprescindible reformar el Fondo Monetario Internacional (FMI), de lo que podrían ocuparse en conjunto, también Rusia, India y China.
Putin señaló que en un plano más amplio, la cooperación en el formato de los tres países (RIC) “podría ser ejemplo para la creación de una construcción mundial actual y justa, que rechace el proteccionismo, la política de acciones unilaterales y las sanciones ilegales”. El jefe del Estado ruso declaró que constituye un buen aporte la conciliación -en el formato de la troika RIC- de los enfoques sobre las cuestiones más significativas en la actividad de las organizaciones multilaterales estratégicas tales como ONU, BRICS, OCSh y G20.
“Tal como se presume, nuestros Estados podrían, por ejemplo, intervenir en conjunto en favor del fortalecimiento de la autoridad de la OMC y la preservación de su papel en calidad de estructura universal que atiende a la regulación del comercio internacional –señaló-. Otra tarea fundamental es desplegar esfuerzos comunes para la reforma del FMI”.
Ante la economía mundial se plantean en los últimos tiempos fuertes desafíos vinculados con las tendencias a la autarquía, la preeminencia de los intereses que defienden los mercados propios y el proteccionismo, según constata Mark Goysman, director del Centro de Análisis y Tecnologías Financieras. Esto se manifiesta en las “guerras comerciales” entre USA, China y la UE, en la contraposición en las relaciones comerciales de USA con México y Canadá, y en el “Brexit”, entre otros. Tales manifestaciones demoran el desarrollo de toda la economía mundial, crean condiciones estresantes y amenazas de crisis de amplia escala.
Para la superación de estos peligros deben utilizarse los mecanismos de las organizaciones supranacionales, las organizaciones económicas internacionales tales como el FMI y la OMC. El perfeccionamiento de su actividad, por una parte, es excepcionalmente importante para los países RIC. En muchos aspectos, ellos dependen del nivel de libertad de comercio y de exportación, lo que debe controlar la OMC, y de la distribución racional y eficiente del financiamiento en el marco del FMI, por lo demás no sólo para los países mencionados.
Por otra parte, precisamente los estados RIC con su enorme población, territorios y protagonismo en la demanda y oferta mundial de commodities y producciones, podrían ser un factor determinante de influencia ante la OMC y el FMI en los procesos de coordinación de las condiciones financieras y comerciales en el mundo. Por ejemplo, China claramente sufre por los gravámenes unilaterales al ingreso de sus productos a USA, y sobre la economía de la Federación Rusa golpean las sanciones anti-rusas.
Esta práctica contradice no sólo el espíritu de la OMC, sino también -y con frecuencia- los precisos postulados fijados en el marco de sus convenios contra las limitaciones o las sobrecargas de mercancías. Para los RIC, además de las condiciones comerciales, son importantes los factores financieros sobre los que puede influenciar el FMI: el movimiento de capitales, las tasas de interés, las condiciones crediticias en dependencia del nivel del desarrollo de las economías.
En el marco de la dispersión de acciones y de la búsqueda de estrechos intereses nacionales por determinados países, Goysman está convencido, tal como se demuestra en la práctica, la OMC y el FMI se encuentran capacitados para contraponer acciones efectivas, pero ambos están limitados en su real eficiencia y ejecutividad. Por eso es que aparece en los RIC la idea de las tareas del protagonismo y la autoridad de mercado de Rusia, India y China en las organizaciones internacionales.
El FMI surgió en 1945 como una cierta solución para los problemas económicos de postguerra, y fue necesario para respaldar el sistema cambiario creado por el sistema de Bretton-Woods, según recuerda a su vez Alexéi Antónov, analista de “Alor Brockers”. Pero, desde el momento de su creación pasaron 75 años, y el presidente Putin señala con justeza que se podría revisar los resultados de su trabajo.
En 1er. lugar, todas las resoluciones del FMI se adoptan por una mayoría: el 85% de los votos pero un 17% le pertenece a USA, es decir que este país detenta el derecho del veto sobre cualquier iniciativa. Puede decirse que USA dirige la agenda del FMI y esto violenta muy fuertemente el principio de multipolaridad acerca del que habla el presidente Putin. En comparación, Rusia sólo tiene el 2,7% de los votos cuando su incidencia en la agenda política internacional es incomparablemente mayor a ese porcentaje.
La UE con frecuencia respalda a USA y en la práctica estas dos regiones someten a los demás. Si Usted no acordó con la UE y USA no puede pretender al éxito de su iniciativa en general aunque existe, por ejemplo, la alianza RIC que representa a una parte esencial de la población del planeta, no menos significante que USA y la UE. Por ese motivo, lo más importante en una potencial reforma es asegurar una distribución más equitativa de los votos en el FMI.
A propósito de ello, según agrega Antónov, sobre la efectividad: Rusia tomó dinero del FMI desde 1992 hasta 1998, en total US$ 32.000 millones. Pero esto no ayudó a combatir la inflación o prevenir el default de 1998 e incluso puede que haya sido al revés, aceleró estos procesos.
Similares procesos ocurrieron y ocurren en otros países. La política de distribución de créditos del FMI conduce, como norma, a la dependencia del país de esos créditos y a la parálisis de su voluntad política. Países como Ucrania o Argentina intentan infructuosamente hasta ahora desarrollarse con ayuda de los créditos del FMI, lo que incluso provoca la protesta social.